Deberías saber que a estas alturas el libro ya no tiene vuelta de hoja. Has vendido treinta ejemplares redondeando al alza y te ha llamado loser hasta el vecino que te apoyaba en las reuniones esas «de mierda que siempre empiezan tan tarde». La próxima vez plantas un árbol, tienes un hijo y luego piensas si merece la pena escribir un libro. ¿Acaso creías que ibas a escribir la obra de tu vida y forrarte en Amazon a 99 céntimos el libro? por cierto, ¿te ha contestado alguna editorial sobre «el libro perfecto para ir al baño» que les has propuesto?
Ya sé que tu ilusión era que todo el mundo te señalase por la calle, «mira, el del libro para ir al baño», pero el que no vale no vale…mira Falete, un tipo con las ideas claras. En cambio tú has perdido el tiempo en vez de leer a Reverte o cuidar a Perdis, sí hombre, esa cosa llamada hámster hipster que tienes en el salón…mejor dicho, esa pelusa del desierto que tienes ‘desesperaíta’ girando en la rueda. El día que aprenda a hablar te denunciará por malos tratos con razón.
Se supone que eras periodista y sabías escribir, pero ya veo que no. Con ese intento de libro demuestras que debías haber escogido una profesión más adecuada a tu coeficiente intelectual: observador de gotelé de museos o ‘veteveydile’ hubieran encajado mejor en ese perfil de morsa embobada en la Antártida.
No me quiero extender mucho más, con lo que te ha dicho tu madre o Ana Pastor ha quedado todo claro-clarito. Tu abuela es tu abuela y no te iba a decir otra cosa que «hermoso», pero deberías saber que ha ojeado el libro con el mismo interés que tú escribes la lista de la compra. Ha hecho ver que sí lo ha hecho para tenerte contento…es tu abuela, pero no tonta. Tampoco te dirá nunca que ha comprado los treinta libros con la ayuda de tu madre para que no te conviertas en un escritor maldito y te enganches a la absenta. Con las copas que te metes el fin de semana sería suficiente para que el próximo Campeonato del Mundo de Vela se celebrase en el Manzanares.
Por si no lo sabías, los buenos escritores se documentan en prostíbulos, hablan con mafiosos, se introducen en bandas callejeras o se recorren Afganistán sin cantimplora de norte a sur…tú, en cambio, te sientas delante del ordenador y la primera gilipollez que se te pasa por la cabeza la coges y la sueltas pensando que eres Woody Allen. Como si no se dijeran suficientes en televisión… la gente está saturada, ¿no te das cuenta de que no nos cabe una más en el lóbulo occipital?
Lee a Señorita Puri o a Quique Peinado, ríete un poco, aprende y olvídate de escribir. Hay gente que lo puede hacer mejor y no te doy más pistas.
Se despide atentamente tu otro yo al que un día le darás la razón como a tus padres.
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